COACHING DE GALICIA

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lunes, 21 de febrero de 2011

Los buenos y los malos hábitos.

Si... efectivamente los hábitos existen para ser amigos nuestros.
No son per se algo negativo, aunque con frecuencia les echamos la culpa: "es un mal hábito que tengo"; es la costumbre, la rutina, ... o la justificación del escaso esfuerzo que invertimos en cambiar aquello que no termina de convencernos, pero que por alguna misteriosa razón mantenemos.

El hábito puede ser una forma de pensar, de actuar, de no actuar,  de sentir, de reaccionar... grande, mediana o pequeña... global o al detalle.  Físico, mental, emocional, combinada,... No importa.  El hecho es que estamos llen@s de hábitos que mantenemos y por tanto afianzamos. Los hay que nos aportan beneficios, y los ahy que nos aseguran quebraderos de cabeza... entonces, por qué los mantenemos?

Que nadie se engañe, aunque en apariencia me perjudique, lo cierto es que todo aquello que hacemos nos aporta algo, o de lo contrario desistiría en hacerlo. Mantenemos nuestras conductas, la buenas y las no tan buenas, porque nos benefician el algo. Cosa diferente es que ese "algo" sea más o menos consciente o controlado por mi. Así que cuando quiera usted saber exactamente qué le aporta ese "hábito", debe preguntarse y responderse con franqueza: PARA QUÉ hago X?

Y si la respuesta, llamémosle Z, no le convence, entonces pregúntese ¿Y PARA QUE hago Z? Continúe hasta que encuentre una causa relativamente profunda...

Entonces podrá TOMAR LA DECISIÓN de modificar o no dicho hábito.


En unas tres semanas mínimo podemos reformar un hábito siempre que no esté excesivamente arraigado en nosotr@s, en cuyo caso, obviamente, llevará más tiempo. A veces estas predicciones temporales pueden llegar a ser sorprendentemente económicas!!

Operativamente,  la modificación de un hábito puede estructurarse y conseguirse siguiendo estos pasos. Obviamente, si  le cuesta, busque un COACH!!
  1. Anote el hábito que desea eliminar o reformar.
  2. Busque la manera para poder hacer medibles los resultado, es imprescindible!
  3. Relacione por escrito las consecuecnias  negativas que le genera ese hábito.
  4. Escriba también los beneficios que obtendrá una vez haya eliminado o modificado el hábito.
  5. Recompénsese a sí mism@ desde el primer día según observe que lo está consiguiendo.Y que le feliciten a su alrededor!!
En definitiva, tómeselo lo suficientemente en serio, y opte por el cambio para mejorar!! Está en su mano!

  • Lectura recomendada: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen R. Covey.

sábado, 12 de febrero de 2011

Vivir el mensaje


Hoy he tenido la oportunidad de dar una conferencia junto a mi amigo Joaquín Dosil. Es una de esas que nos gusta compartir, en esta ocasión trataba de comunicación en política relacionado con coaching.

Al final de la misma me quedé con sabor agridulce, pues aunque las personas que asistieron quedaron visiblemente contentas y muchas nos felicitaron, y aunque incluso Joaquín y yo también disfrutamos, me quedó la espinita de que al principio de la conferencia no estaba logrando el nivel de comunicación acostumbrado.

En el viaje de vuelta a casa tuve la oportunidad de reflexionar sobre cuál podía ser la razón de ese bajón incial y me di cuenta de que el mal funcionamiento del micrófono me influyó más de lo que imaginaba. Digamos que las limitaciones del contexto externo dominaron a mi contexto interno (afortunadamente pronto se solucionó).

Pero no fue eso por lo que me decidí a escribir estos pensamientos. En el viaje de vuelta me resultó curioso darme cuenta de cómo hago el análisis pos-discurso. Descubrí que me baso principalmente en 3 cuestiones sencillas en torno a la pregunta "¿Viví el mensaje?". Son éstas:


  1. ¿Estaba absolutamente embebido en el mensaje? Si me doy cuenta de que algo externo al mismo desviaba mi atención, puedo aprender a ignorarlo para una próxima ocasión (es como si lo conjurara).

  2. Las cosas que decía ¿significaban algo intenso para mí? Solamente logro que los demás escuchen con atención si lo que digo me interesa mucho contarlo. Necesito que eso que cuento despierte sensaciones dentro de mí, es como si se encendiera una mecha. Esto tiene que ver con la preparación del discurso, igual que el siguiente punto.

  3. ¿Se puede relacionar lo que digo con cuestiones prácticas y anécdotas o ejemplos? Si me quedo en conceptos (también necesarios), la calidad del discurso baja. La audiencia agradece mucho que se cuenten historias, sean ejemplos o anécdotas, con personas involucradas. Cuando analizo buenos oradores para obtener mejores prácticas, descubro que algunos de los mejores siguen de forma sistemática el ciclo ANÉCDOTA-CONCLUSIÓN-APLICACIÓN A LA REALIDAD.

Estos 3 puntos sirven para que no falte la emoción, la naturalidad y la confianza en el discurso, una combinación poderosa... 3 puntos para reflexionar a posteriori, pues el peor ingrediente para un discurso es un exceso de auto-evaluación durante el mismo.

martes, 1 de febrero de 2011

"HOW COACHING WORKS"

"Una imagen vale más que mil palabras..."